viernes, 9 de diciembre de 2016

¿Y SI NO TUVIERAN JUGUETES?


 

¿Y SI NO TUVIERAN JUGUETES?

Entendí que mis hijos tenían demasiados juguetes cuando dejaron de hacerlos caso.

Y lo alucinante es que la mayoría de cosas que tienen ni siquiera las han pedido.

Ahora que se acercan fechas de regalos, os traigo una situación que es posible que os suene.

Hace unos meses mis tres hijos (de 6 y 3 años) se metieron en la habitación en la que tienen los juguetes. Han llegado a una edad en la que empiezan a jugar juntos y a mí (que me gusta tanto el juego libre como que se aburran) me encanta oírles jugar: su reparto de roles, sus negociaciones, su solución de conflictos (o, a veces, su no solución de conflictos).

Como digo, se metieron en la habitación. Estuvieron una media hora y después les oí corretear por el pasillo hacia el salón. Pusieron la tele y se sentaron a ver los dibujos. Sí, mis hijos ven la tele. Aunque tengo algunos dibujos vetados y lo saben.

El caso es que me asomé a la habitación donde habían estado “jugando” y lo que vi allí era lo más parecido a la calma después de un terremoto. Era imposible que, en media hora, hubieran jugado con tantas cosas.

Me fui hacia el salón y con voz calmada dije:

-          Todo lo que hay tirado por el suelo interpreto que no lo queréis, así que si no recogemos entre todos, barreré lo que vaya encontrando.

¿Sabéis lo que hicieron? Se quedaron viendo la tele.

En ese momento entendí que tenían demasiadas cosas.

Pensamos en qué podría pasar si no tuvieran juguetes. Y decidimos probar.

Limpieza total y, ¿el resultado?

No sólo no les importó demasiado sino que, además, se despertó su creatividad.

Lo primero que me dijo mi hijo mayor fue:

-          Mamá, por favor, déjame eso que es muy importante.

¿Sabéis que era “eso”? Dos cajas de zapatos a las que había hecho varios agujeros y otras modificaciones.

De todos los juguetes que tenía, ¡lo más importante eran dos cajas de zapatos!

Me pidieron permiso para coger un trozo de papel de aluminio, unas pinzas, otra caja y algunos pedazos de cartón y con ellos crearon los personajes y artilugios que podéis ver en las fotos.

 
Una tarde entera de juego. Touché. Niños 1-papás 0.

Así que, cuando nos preguntan en el trabajo por sugerencias para la carta de los reyes, a veces me dan ganas de decir: una caja con palos, cartones, cintas y cuerdas o un saco de aburrimiento.

Porque, si no existieran los juguetes, los niños los inventarían. Porque jugar es su trabajo. Porque, aunque a ti te parezca que lo que hacen no tiene tantas luces, funciones, sincronización con el móvil ni sonido estereofónico, tiene algo mucho más importante: tiene vida inteligente. Aunque sea un pedazo de papel de aluminio y una caja atada a un palo.

En definitiva, que por nuestra parte, este año hará la carta el sentido común y, además de un juguete, también pediremos un cuento bonito y un ratito de tiempo del bueno para contarlo, unas entradas para el teatro y unos ojos de niño para emocionarnos, una receta nueva y una tarde lluviosa para hacer de detectives de sabores. Nada más. Y nada menos.